H.I.J.O.S. México |
El sábado 9 de octubre escrachamos la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica. Los gobiernos estadounidenses han tenido un papel muy importante en las historias de represión en Latinoamérica. Basta mencionar el adiestramiento a policías y militares en la Escuela de Las Americas. El escrache fue parte del Encuentro Internacional de H.I.J.O.S. Un reporte en la prensa Discurso leído en el escrache Guerra, opresión y muerte en Guatemala, víctima de masacres de cientos de pueblos con cerca de 45 mil desaparecidos y más de 250 mil personas ejecutadas; Dictadura militar, 500 centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. 30 mil desaparecidos y 500 niños apropiados en Argentina. Once años de dictadura militar en Uruguay, con al menos 5 mil 300 presos políticos y miles de exiliados. Más de mil desaparecidos, torturas y censura en Chile bajo el mando del sangriento dictador Augusto Pinochet, que obligó al exilio a 200 mil personas; Matanzas de estudiantes en México, como la del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, y desapariciones forzadas como práctica constante del Estado, desde 1969 hasta la fecha, con el último caso registrado el 14 de septiembre de este año. Asesinatos políticos y ejecución de dirigentes populares y más de 40 mil casos de ejecuciones extrajudiciales en Colombia, donde millones son orillados al desarraigo del desplazamiento forzado; Cerca de diez mil desaparecidos y 60 mil desplazados en Perú; 21 años de dictadura en Brasil; desapariciones y masacres como la de Catavi en Bolivia; costosas y sangrientas ofensivas que dejaron decenas de miles de muertos en El Salvador; terrorismo, intervención y asesinatos políticos en Nicaragua, Honduras, Cuba, Panamá, República Dominicana, Costa Rica y Puerto Rico. De los sesenta a hoy, Latinoamérica ha sido víctima del terrorismo de Estado y la represión orquestadas por un mismo país: Estados Unidos. Por eso estamos aquí. En nuestra piel, en nuestros cuerpos y los de nuestros pueblos, hemos experimentado el horror que ellos idearon y han dirigido bajo su Doctrina de Seguridad Nacional, esa perversa política que estigmatiza como enemigo interno a quienes luchan por una mejor vida, un mejor trabajo o una mejor sociedad, es decir, a quienes defienden sus derechos. Nuestros pueblos han sufrido con las directivas que Estados Unidos dio desde sus gobiernos y también con las “enseñanzas” que difundió desde una de sus más vergonzosas instituciones, la Escuela de las Américas. Un centro de adoctrinamiento fundado en 1946, incialmente instalado en Panamá, que después se trasladó y hoy se disfraza bajo un nuevo nombre: Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica. Por más nombres diplomáticos que le pongan, no logran esconder su verdadero fin: formar genocidas, represores, asesinos y torturadores; enseñarles técnicas para violar los derechos humanos. Por allí pasaron 61 mil militares que instauraron el terror y el neoliberalismo con sangre en Latinoamérica. En sus aulas estuvieron genocidas y represores como los argentinos Roberto Viola y Leopoldo Fortunato Galtieri; el boliviano Hugo Bánzer, el salvadoreño Roberto D’Aubuisson y el panameño Manuel Noriega. También los ejecutores de la matanza de Tlatelolco, el chileno Álvaro Corbalán, Manuel Contreras y el asesino Vladimiro Montesinos se cuentan entre sus despreciables alumnos. El gobierno de Estados Unidos es, en gran parte, responsable del sufrimiento de nuestros pueblos. Y no lo decimos nosotros, ellos mismos lo han admitido. En sus recientes desclasificaciones de documentos, la Central de Inteligencia, la CIA, -admitió la intervención que Estados Unidos tuvo en el golpe de Estado perpetrado en Guatemala en 1954 y el financiamiento de la guerra que injustamente costó unas 300 mil vidas; -admitió que el entonces secretario de estado Henry Kissinger fue figura central en las dictaduras implementadas en el Cono Sur durante los setentas y la creación del brutal Plan Cóndor; -y reconoció también que Washington estuvo al tanto de las desapariciones y violaciones de derechos humanos durante la dictadura en Argentina. Esas son tan sólo algunas de las recientes, aunque pocas, confesiones que Estados Unidos ha realizado. Desde Colombia, Uruguay, Argentina, Guatemala, Perú, Chile, México, y el exilio en España y Francia venimos aquí, a su representación, a decirles que no olvidamos ni perdonamos su accionar FUNDAMENTAL para implantar el terror, la injusticia y la desigualdad en nuestros países. Los señalamos como ideólogos, cómplices y responsables del sufrimiento de nuestro pueblo desde décadas pasadas pero, también, reclamamos por sus incesantes, constantes y actuales intentos de intervención. Porque siguen aquí, entre nosotros, dirigiendo a nuestros malos gobiernos y pretendiendo instalar bases militares en nuestros territorios. Siguen aquí, con sus soldados que cometen abusos y violaciones a los derechos humanos pero gozan de total impunidad para perpetuar matanzas en Chiapas, asesinatos en Colombia o intentos de golpe de Estado como en Venezuela, entre otros. Siguen aquí, vaciando nuestras economías y robando los recursos naturales de la tierra que habitamos. Por el pasado, que sigue vivo en nuestra memoria, Por los desaparecidos, asesinados y ejecutados, que siguen faltándonos cada día Por el horror vivido Por la injusticia que hoy padecemos Pero también por el futuro, que no resignaremos a sus caprichos, venimos a hacer este escrache, esta funa, esta embuscada a la embajada de Estados Unidos. No olvidamos ni perdonamos que sean ideólogos, cómplices y ejecutores del terrorismo de Estado; exigimos que revelen la verdad, con nombres e identidades de quienes con sus propias manos sometieron y someten a nuestros pueblos; y exigimos, también, juicio y castigo a los cómplices estadunidenses de los cientos de miles de ejecuciones, desapariciones forzadas, asesinatos, masacres, represiones, torturas, apropiación de menores y todo tipo de violencias a las que fueron sometidos nuestros padres, madres, familiares y compañeros de América Latina. Nos vamos ahora, pero siempre vamos a volver. Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. Red Internacional de Hijos. Ciudad de México, 9 de octubre de 2010 JUICIO Y CASTIGO ![]() |
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